Ahora ya no sé nada más de ti, pero encontré cosas que había dejado escritas. Pensé que nadie debería despedirse hasta el final. Que no deberíamos habernos dejado ir. Y entonces no era el final, pero bueno, llevábamos meses equivocados y equivocándonos, ¿qué más da?
Fue un "hasta luego" de estos que llevan punto final detrás. Y ya está. Después leí todo lo que te había escrito, y que nadie me dio fuerzas para enseñarte; había sido mejor así, poner kilómetros por medio. Y me odié muchos días seguidos, sin descanso.